martes, 25 de diciembre de 2012

Shibari


Shibari


A la princesa de los Elefantes:
Desaparecí exactamente hace un año.
Ese día, recibí una carta.
Me pedía que volviera al lugar donde mi vida con los Elefantes comenzó.
Por favor perdóname por el silencio entre nosotros,ha sido ininterrumpido durante un año.
Esta carta rompe ese silencio, marca la primera de mis trescientas sesenta y cinco cartas a ti.
Una por cada día de silencio.
Nunca seré tan yo como en estas cartas.Son mis mapas de las rutas de las aves.
Y son todo lo que sé que es verdad.

Recordarás todo. Y será como antes.
En el comienzo de los tiempos, los cielos estaban llenos de elefantes voladores.
Cada noche se acuestan en el mismo lugar del cielo.
Y sueñan con un ojo abierto. Cuando miras a las estrellas en la noche estás mirando a los ojos abiertos de los elefantes, que duermen con uno abierto para vigilarnos mejor.


Desde que mi casa se quemó veo la luna más clara.
Miré a todos los Edenes que han caído sobre mí.
Vi Edenes que sostuve en mis manos pero que dejé marchar.
Vi promesas que no cumplí, dolores que no mitigué, heridas que no curé, lágrimas que no derramé.
Vi muertes que no lloré, plegarias que no contesté, puertas que no abrí, puertas que no cerré, amantes que dejé atrás y sueños que no viví.
Vi que era tanto lo que se me ofrecía que no pude aceptarlo.
Vi las cartas que desee pero nunca recibí.
Vi todo lo que pudo ser pero que nunca será.

Mi corazón es como una casa vieja cuyas ventanas no han sido abiertas durante años.
Pero ahora que oigo las ventanas abrirse me acuerdo de las grullas que flotan sobre las nieves derretidas del Himalaya.
Durmiendo en las colas de los manatíes.

Las canciones de las focas barbudas.
El ladrido de las cebras.
Los crujidos de la arena.
Las orejas de los linces.
El balanceo de los elefantes.
La brecha de las ballenas y la silueta de los antílopes.
Recuerdo la curva de los dedos de la suricata, flotando en el Ganges, navengando el Nilo, ascendiendo los peldaños de Dharma.
Recuerdo pasear por los pasillos de Hatshepsut y las caras de muchas mujeres.
Mares interminables y miles de millas de ríos.
Recuerdo un padre para los hijos y el sabor… recuerdo la piel del melocotón…
Lo recuerdo todo, pero no recuerdo nunca haber amado


Recuerda tus sueños
Recuerda tus sueños
Recuerda tus sueños
Recuerda


Cuanto más veo a los elefantes de la sabana, cuanto más escucho, cuanto más abro, más me recuerdan quién soy.
¿Escucharán los elefantes guardianes mi deseo de colaborar con todos los músicos de la orquesta de la naturaleza?
Quiero ver a través de los ojos del elefante.
Quiero bailar la danza sin pasos, quiero convertirme en la danza.

No puedo decir si te estás acercando o alejando.
Anhelo la serenidad que encontré cuando te miré a la cara.
Quizás si tu cara pudiera volver a mí ahora, sería más sencillo recuperar la cara que parece que he perdido, la mía propia.



De la pluma al fuego
del fuego a la sangre
de la sangre al hueso
del hueso al tuétano
del tuétano a las cenizas
de las cenizas a la nieve
de la pluma al fuego.
Las ballenas no cantan porque tengan una respuesta, cantan porque tienen una canción.

Lo que importa no es lo que está escrito en la página, lo que importa, es lo que está escrito en el corazón.



Así que quema las cartas y deja sus cenizas en la nieve, en la orilla del río.
Cuando venga la primavera y la nieve se derrita y el río crezca vuelve a los montículos del río
y relee mis cartas con los ojos cerrados.
Deja que las palabras y las imágenes te laven el cuerpo como olas.
Relee las cartas, con tu mano cubriendo tu oreja.
Escucha los sonidos del Edén.
Página tras página, tras página.
Vuela la ruta del pájaro,
vuela,
vuela,
vuela.



pero que nunca será.